Aprobando los recursos, las
siguientes consideraciones tocan música de fondo.
Es para mí reconfortante degustar los sonidos de Skatalites. Quizás, por la frecuencia con que sus canciones
se escuchan en mis jornadas, emociono ante cualquier posibilidad de verlos en
vivo. He tenido la sensación de concretar este deseo al compartir tres de sus
recitales, sucesos puntuales que escribo para no olvidar.
Nuestro primer encuentro fue en
la celebración de los diez años del festival Rock al Parque 2004. Clausurando ese domingo de octubre el
escenario lago del parque Simón Bolívar. Verdadera cancha de barro repleta de
caras que aguardaban el destino de una noticia anticipada. Después de aguantar
una larga fila, logré pisar esa cancha mientras los Auténticos Decadentes sonaban. Faltaban horas para verlos, mi
estado fue de ansiedad constante. Me uní al frenético pogo que se formaba en un
círculo del centro, terapia ideal de grupo, perfecta para relajarme. Llego la
caída de la tarde con los Coffe
Makers, quienes literalmente
encendieron las luces en la suavidad del rocksteady.
Vinieron otras propuestas, la música se hizo noche, Bogotá fría con el cielo
despejado en el parque. Presintiendo el despertar de un sueño, la espera rompió
en la voz del fallecido contrabajista Lyod
Brevvet anunciando la cuenta regresiva en inglés. ¡Boom! Una explosión de autentico ska despegó como un cohete folclorico. Material instrumental reivindicando un ritmo, memoria de identidad cultural individual-colectiva. Bailaba en la rapidez que impedía detenerse a interpretar
lo que estaba sucediendo. Contemplando la totalidad de almas que desprendían la
energía del disfrute, concluyó revelada la simpleza de un truco: ska is a serious thing. Y en
la ejecución circular del paraiso terrenal dantesco, la cuenta regresiva repetía
para el cierre...Zero.
Tan solo dos años pasaron para
sentir la fortuna de encontrarlos de nuevo.
Esta vez, fue en un café de Paris, muy cerca a la capilla del Sacre Coeur. Gustando Desperados
en la barra ojeaba el magazine de circulación gratuita con la lista de
eventos musicales del mes de junio. En una de sus páginas se anunciaba Skatalites,
fecha única el doce, Cabaret Sauvage.
Desprendí la hoja para cargarla en mi bolsillo, debía retener las coordenadas
de aquel acertado nombre. Un recinto pequeño en forma interior de circo, ideal
para recitales, perfecto para una propuesta de ska más instrumental que de
voces. En la cómodidad de aquella intimidad que
ofrece la música en microscópicos locales, la cuenta regresiva la dio el teclista en
francés. Placentero sentimiento al
suceder aquel momentum de ska
jamaicano musicalmente salvaje. Los representantes del Alpha Boy School tocaron desahogadamente alargando las últimas
notas, acertados solos de saxos, trombón y trompeta. Jam en medio de algunos temas y en el principio de Confucious la voz del saxo
alto Lester “Ska” Sterlling tomó el
micrófono: Well, let me tell you
something… I’m fall in love with you Paris. Aquel gesto desprendió la euforia en júbilo
rojo, descarga de sonidos de libertad aumentaron el baile, la guitarra rasgando cuerdas, tempo in crescendo, la batería proponiendo el beat, los pies moviendo sus raíces para
desprenderse del suelo. Merci beaucoup
entre la llamarada de aplausos. À bientôt
Paris.
Cinco años después de pisar por
primera vez sus recitales, mi historia de vida repetia un rencuentro en la
ciudad de Bogotá. Fue, en el Teatro
Metropol, un concierto entre amigos. Terminado el warm
up el aviso apareció en el escenario introducido por la nueva integrante cubana
en los teclados, quien procedió al conteo: diez, nueve, ocho…cero. Una inmensa
bola de fuego condujo el repertorio
repasando sus 35 años de carrera. El
aire sucumbió al carnaval. Artistas felices tocaron con sentimiento. Interpretando
a Don Drummond pasaron por Man in the Street,
también sonó un medley. Supremo valor
en las secciones de viento, usaron efectos digitales para reducir los tiempos
del dub. Turno de Ska fort rock, un auditorio que coreaba al unisono. Pausas para tomar un aire, todos en el
teatro querían seguir bailando. Los instrumentos no pararon, la entrega del público tampoco. Subitamente, Doreen
Shaffer apareció en escena con la nostalgia de un romántico repertorio vocal sellado en la
reflexión de You wondering now. Articulada concentración de imágenes. El viaje a la utopía de Skafrica regreso al punto de partida desde la estación inicial, Freedoom Sounds.
El Capitán