Hay particularidades asombrosas, la obsesión de mi padre por coleccionar
palomas es una de mis favoritas. Detrás de tan exótica filantropía parecen
haber razones de ser. No conozco una historia a profundidad, tampoco preciso en
que momento semejante pasión despertó o trascendió. Para mí, el resultado ha
sido la manifestación de una obra admirable: brazada de memoria. De nuestro
antiguo apartamento recuerdo con exactitud la gaveta de madera y vidrio de la
sala, estante de pronunciada altura dedicado a externalizar dicha admiración. Ahora son más de cien, repartidas
por toda su residencia. En principio no existe similitud entre cada una de
ellas, diferentes tamaños, variopintos colores, lo común esta en el animal.
La
paloma es un ave de vuelos bajos. Sencilla, humilde, inocente, con gran sentido de la orientación. De las bondades de la
naturaleza que se utilizan para nombres de mujeres. Paloma, es una palabra
derivada de dos raíces latinas, en la actualidad reconocidas como categorías
diferentes: palumba y columba. En francés se le dice pigeon, peculiar sonido poético. En
natación es un clavado libre. En Argentina y Chile, danza popular. En el fútbol,
una forma de hacer goles. En Marruecos, alimento tradicional.
Como
animal es poseedora de radicales contrastes. Se les quiere tanto como se les repudia.
Incluso, hay quienes les tienen miedo. Elemento de biodiversidad. De lejos,
saber volar es una poderosa cualidad. Característica que rompe cualquier
vinculo sobre el suelo. De cerca, la
extraña mirada que atraviesa por sus diminutos ojos en ocasiones puede inspirar
desconfianza.
Plaza de Bolivar, Bogotá, Colombia. Foto: Juan David Vélasquez. Derechos Reservados |
A
mí me gustan las palomas. Aun practico con placer perseguirlas para que vuelen
o arrojarles comida para que se acerquen en manada. Son aves de ciudad, que se
incorporan naturalmente al paisaje. Merodean en muchos lugares. Se posan en las partes altas de las iglesias,
en pequeños orificios, en tejados, en palomares (construcciones ahuecadas inventadas
por el hombre para estudiar prominente animalidad), a veces suelen reposar en los balcones. No son
aves solitarias pero si de reflexiones ensimismadas. Tienen un sonido
característico difícil de comparar, sumado a un único movimiento de alas. Permanecen
en sitios habituales, no les gusta moverse demasiado.
Palomar instalado en la plaza Murillo. La Paz, Bolivia |
Mi
padre colecciona las palomas para transportarse a gratos momentos, se añaden a
las fotografías como anécdotas de sus viajes, las guarda para sí junto a detalles
cronológicos de cómo las ha venido adquiriendo, de las que requirieron lucha,
de la más grande, de la que fue primero. Aquellas figuras se han convertido en
objetos conductores de intimidades propias, muy originales, que solo su dueño sabrá cuanta porción ha de
relevarse. De la colección personal, hay una paloma que me encanta. Gordo
pájaro gris tallado en cerámica, con dos orificios y una boquilla que sale de
su cola para ser utilizada como ocarina. Aun en el presente esta pequeña flauta
logra desatar melodiosos sonidos.
Foto no original de una de las palomas que pertenecen a la colección. |
Sobre
el inusual pasatiempo, tengo mis interpretaciones. En primer lugar, exterioriza
la admiración que profesa mi padre a la paloma en tanto ave. Silenciosa,
emotiva, mensajera, libre. Después
aparece la simbología de la mujer. La paloma traducida en belleza. Se dice que Afrodita, diosa del amor, tenia una paloma. Cada una es el recuerdo de hermosas damas, de las que han pasado por su vida como
amigas, amores y hermanas. Soy testigo del afecto que mi padre posee por
semejante dulzura. Conquista de Don Juan, coqueto palomo que las deleita con cantos de arrullo para llevarlas a
su palomar. Mi madre y mi hermana, seguirán siendo sus palomas
preferidas. Enamoramientos de lazo familiar inquebrantable. Sus incondicionales amigas. Aves colmadas de vida que ningún
artesano podrá disecar. No se pierden o se escapan, a pesar de emprender largos
vuelos, siempre están allí. Son el encantado en compañía.
Escoger
esta ave para convertirla en objeto coleccionable anuncia una paradoja de
libertad. La paloma es un ave que vuela esencialmente sin restricciones.
Despojada de cualquier carta de identidad es imposible llamarlas por nombres
individuales. En esta táctica aficionada el albedrio de volar ha sido
congelado, impidiendo algún intento de escape. El pichón es libre animal pero su
estatua que lo representa jamás lo será. Cada estática paloma decora cierto rincón sin posibilidad de moverse al menos que por azar se rompa. Protectores amuletos de la independencia que
practica mi padre.
Ir
acumulando aves artesanales es la forma de recrear un pasatiempo. Respetuosa costumbre
de viajero. Rostros de otoño o de la larga
noche primaveral. Aventuras que jamás se
repiten. Contrastes entre el pájaro místico en invierno frente al alegre
aviador que se pasea por los aires durante el verano. Extensión de su memoria
individual-colectiva. Pequeñas figuras que permiten devolverse a instantes,
atrapar olores, volver a sentir la energía de miradas. Es una obstinación para
impedir que la condena de la edad desvanezca los restos de su sonriente pasado.
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