Desde hace seis meses estoy
empeñado en caminar erguido. Adquirir una mejor postura con la voluntad de cuidar mi columna
vertebral. Ligeramente mirar hacia el
suelo durante mis trayectos, procurar levantar y sostener la cabeza. He comprendido que peregrinar rígidamente es una necesidad. De las tantas nimiedades físicas que
representan poderosos actos simbólicos. Fundamentos comunes se aplican cuando se aumenta la velocidad, al
correr o al trotar. La postura trasmite
expresiones sin necesidad de palabras. Ante la tentativa de entender sobre doctrinas de educación física propongo la fuerza de la comunicación no verbal a través de los golpes de mis pasos.
Tengo adicción a caminar, acción estimulante y saludable.
Entretiene mi sentido de la observación que autoriza percibir e imaginar historias. Rutina de sensasiones no cotidianas. La acción de rastrear el ritmo rural o ciudadano, disfrutar
de los juegos con mujeres de hermosas miradas, esperar un cambio de semáforo,
cruzar asombrosos parques, conquistar lagunas, inhalar smog mezclado con árboles, alcanzar cimas de montañas, subir o descender escalones, descubrir habitantes colmados en narraciones que componen las
ventanas. Sistema para comparar los días, para encontrar la llegada de la luna
desafiando emociones. Ejercicio muscular que da alegría a los sentidos,
descansa mis brazos, despierta articulaciones, razones que argumentan el porqué
sumergirse en ciudades.
Caminar es un acto natural de
equilibrio. Apropiación del espacio común que genera sentido de pertenecía. Una
manera de expresar libre albedrío, naturalidad humana, derecho de locomoción, habito
deportivo. Útil para digerir comidas, para burlarse del tráfico, para recorrer
distancias, para sentir la ciudad con los ojos abiertos. Método probado para
encontrar andenes, merodear edificios, conocer terrazas, pasear senderos,
rondar antiguos hoteles, visualizar enormes casas que por fuera no parecen
enormes, detectar teatros, husmear largos caminos, transitar angosturas urbanas, trasladarse por
prodigiosas avenidas que explotan en vivos colores.
Prefiero los días soleados salvo
que por suerte tenga conmigo un resistente paraguas que haga de la lluvia la más
entretenida de las funciones. Practico la pausa por el glorioso café, divagar
en librerías, leer revistas en tiendas musicales, deleitarme con la luz de las
farolas. Una fórmula perfecta para poder dar gracias a mis pies por hacer la
magia delicada de avanzar mi cuerpo.
En la ejecución del acto de circular la magistralidad aparece en el ritmo que marcan la respiración y la música. Instrumentos portadores del tempo. Esplendida unión de elementos que componen melodías que calman el aire, que informan, que al corazón rejuvenecen. Radio play, reproducción aleatoria, repetir canción.
En la ejecución del acto de circular la magistralidad aparece en el ritmo que marcan la respiración y la música. Instrumentos portadores del tempo. Esplendida unión de elementos que componen melodías que calman el aire, que informan, que al corazón rejuvenecen. Radio play, reproducción aleatoria, repetir canción.
Hay largos instantes en que desconecto los
audífonos para oír mis pasos, comparar el ruido de diferenciados
zapatos. Salen de mis oidos para percibir los pájaros, predecir el motor
de un carro o del autobús que pasa, escuchar las risas de pequeños gigantes, el
gemido de la vaca, la cocina caliente, los perros ladrando, la sorpresiva moto.
Sentir la trágica sinfonía de pitos acelerados que en mi mil conjeturas
dispara.
Es disgustante andar sin rumbo, perderme lo apruebo solo si es necesario para con posterioridad encontrarme. Prefiero deambular extraños vacios con intenciones anticipadas, preparar mi recorrido. Marcar la brújula mental que hacía muchos destinos conduce. La orientación como agil orgullo mental que da provecho al escenario en donde subsisto.
Es disgustante andar sin rumbo, perderme lo apruebo solo si es necesario para con posterioridad encontrarme. Prefiero deambular extraños vacios con intenciones anticipadas, preparar mi recorrido. Marcar la brújula mental que hacía muchos destinos conduce. La orientación como agil orgullo mental que da provecho al escenario en donde subsisto.
Fue una tarde con mis perros
caminando que percibí que lo estaba haciendo incorrectamente. Comprendí que es saludable
conducir mi postura. Símbolo de seguridad, oportunidad adecuada de entrar con
la frente en alto en el combate de muchas cejas. Proclamación de vitalidad con pinceladas de egocentrismo. Elemento de seducción, manifestación del respeto por el
otro, inspección del aquí estoy, del tener valor.
He venido practicando enderezar mi espalda pero aún no lo he logrado por completo, a veces vuelvo a jorobarme de cara a desconcertantes seres. Si no es por culpa de un saludo, la genuflexión despierta desagradables instantes. Es imperioso responder por el acto de existir. Procurar corregirme con el deseo siempre de seguir avanzando. Un minuto de advertencia para recordar que adelante o detrás de mi es posible que aparezcan otros ojos de ciudad.
He venido practicando enderezar mi espalda pero aún no lo he logrado por completo, a veces vuelvo a jorobarme de cara a desconcertantes seres. Si no es por culpa de un saludo, la genuflexión despierta desagradables instantes. Es imperioso responder por el acto de existir. Procurar corregirme con el deseo siempre de seguir avanzando. Un minuto de advertencia para recordar que adelante o detrás de mi es posible que aparezcan otros ojos de ciudad.
La práctica de estar erguido me
ha complacido con variados encuentros, flechazos de corto instante, agitadas energías,
enamoramientos enajenados, amicales licores. Espejo de dulces reflejos de madre
e hija, la fábrica de prominentes sabores, fumigador de timidez, aniquilador de
ignorancias, anfitrión en bailes inesperados, receptor de amaneceres desde
asombrosos paisajes.
Quiero observar con cautela lo
que esta ante mis labios, es un constante deseo que me obliga a mantener la cabeza en alto. Confesarle a la ciudad sonriendo que yo también he experimentado el
peso de estaticas mañanas cuando en uno de esos días el antídoto
apareció en el instante en que el Systema Solar sentenció cantando que para vivir caminando la cuestión es ser
feliz.
El Capitán