Aquellas que han encontrado ese cajón, no los otros
Extraño podría parecer que
millones de seres como yo tengan guardada una caja de recuerdos. Algo me dice
la negativa de equivocarme. No me corresponde hilvanar hipótesis perfectas. Me
gusta pensar que caras felices tienen en sus cuartos memorias colgadas en la
pared o en algún rincón escondidas. En mi caso es un cajón. Por fuera como todos los cajones. De madera.
Apariencia de nada en especial. En su
interior la figura engaña. Una porción de mi se encuentra escondida ahí. Como
estas letras que voy dejando mientras escribo. Desde luego que no es guardador
de tristezas. En ese cajón están muchas de mis memorias. Individuales y
colectivas. De cruzadas transcendentales.
Relatos que satisfacen el alma. Tiene de todo un poco. Timidez de
creatividad: colecciones de cuadernos. Poesía de juventud. La mía bastante
ridícula. Versos improvisados satirizando mi historia. Otras vergüenzas de más
bajo nivel cargan autobiografías de amores felices y unas fotografías bailando
los Fabulosos Cadillacs. De aquellas cosas de amor: fiesta de casa. Foco de
atención en el círculo sagrado del baile. Promiscuidad de grises tirantes. Ese pedazo de
madera tiene tantas cosas, que de muchas ni me acuerdo. Aun cuando permanecen. Y a veces me gusta hurgar en aquellos regalos del pasado. El
regreso es conductor impecable de mentalidades. Aprender de objetos. Símbolos
de una identidad. De lo que fui y persisto. No olvidarme. Atravesar la materialidad
que todo lo inmaterializa. De los olores
perdidos. Parcelar mi raíz. Jamás pronunciar un quien soy a modo de pregunta. Hago
memoria de mi colombianidad. Navego hacia al exterior. El antes: átomo de
particularidades. Mirador de la última letra. Rostros. Regocijos, emociones, tablones, momentos felices. La colegialidad a
flor de piel. Gaveta de sobredimensionado cariño. Prestar atención. No es preciso
aferrarme. Si algún día quieren quemar algo puede ser mi cajón. Proseguid con
la madera. Si a mi casa entran a robar,
llévenselo. No pretendo
contraer un síndrome de bipolaridad. Pérdida de costos física e inmaterial.
Compensación necesaria. Reparación obligada. De lo simbólico y lo
material. Alivio de cargas emocionales. Ganancia de ambas partes. Ejecución de
un acto de honestidad. Es preciso desprenderme de mis alegrías para invitar a
que lleguen mil más.
Alejandro R. S
Segundo acto de honestidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario