lunes, 15 de abril de 2013

Monólogo para teatro contra la predisposición por los lunes

Mirada breve en tres actos



PRÓLOGO

Cortina roja. Se descubre la emblemática imagen: la bala en el ojo, tomada de la película le voyage dans la lune de George Melies, telón de fondo que acompañara toda la obra.

Aparece el autor. Sale avivadamente. Porta una gorra de marinero y un calendario en la mano.


Hay seres humanos que ven con desagrado la llegada de los lunes...(Pausa)¿Quién habrá sido la primera persona en pensarlo?. Respetable posición que no comparto. Intrigante costumbre que predisposiciones conspira. Detractora de infinitas madrugadas. Compañía de piratas que zarpan elevando banderas de depresión, pesimismo, ansiedad o melancolía. Tripulación de falsas voces proféticas. Conjunto organizador de la peor mafia de mal humor. Feroces figuras que atacan con anticipadas reflexiones mentales. Trasmisores de un incomodo virus, asesinas del disfrute, artistas que condensan tristes momentos, comunidad de antipatías profundas. Fabricadores de ironía que arrebata vientos de calma. ¡Valla contemporánea idea!

Esa larga hilera de nómadas tripulantes ha encontrado vías de apoyo. Energéticas expresiones propagadas en redes sociales. Coros musicales que critican abiertamente. Malhumoradas estrofas que se repiten desenfrenadamente en cavernícolas tabernas. Incluso temo pensar que Día Luna, Día Pena, sobrenaturalmente compuesta por Manu Chao, es el canto a un lundi noir. El que dijo adiós a unos ojos, el que desahogó las condenas. Contenedor de la insoportable pesadez del ser, cargas acumuladas sin nombre, que impulsan a compensar degustando sonidos de buena suerte.

Sediento de aprovechar los días concedo mi absoluto rechazo a la obstinación de aborrecer el más mínimo instante que acompaña los lunes. Velero de desperdicio. Atestado de inutilidad absoluta. Que aspiro derrotar en la batalla. “Gracias profesor Clodomiro gracias”, diría mi padre. Gracias García Lorca, gracias Chéjov, agregaría yo seguidamente. Intereses creados que despiertan una actividad inusitada para positividad de las formas. Despiadado investigador de la revista semanal del carpe diem. Voz reaccionaria provocadora de alboradas y nocturnos saludables. He aquí el Capitán de particulares tormentas. El mismo que da la orden de apretar los cabos para manejar las velas y soportar los palos. Navío sin cobertura oxidada, conductor del timonel hacia aguas cristalinas, conquistador de provechosos aires. Dispuesto a ver el sol desde la proa cuando la oscuridad se acuesta.

ACTO PRIMERO

La hipótesis concede origen a la belleza etimológica de la dicción: lunes. Derivada del latín dies lunae, traductor de días de luna. En francés, lundi, en italiano, lunendi. En antiguo sajón monandaeg. Abuela de la poética palabra moon. De donde surge Monday, en alemán Montag. Exquisito homenaje a uno de los elementos más encantadores de la naturaleza humana: la real y mítica luna. Deidad inquietante y seductora. De circunferencia eclipsante. Desafiadora en fotografías para amateurs fotógrafos. Amante introvertida de estrellas. Silenciosa, hermética acompañante. Tan marina como el océano, tan terrenal como la arena. Replegada en sensualidad y ternura. Luz de muchos barcos que con naturalidad se esconde. Halo provocante de felices sensaciones, derivadas del amor a la Venus de las mujeres.

ACTO SEGUNDO

El sendero que conduce hacia el destino de la luna, aparece entre domingo y martes. Durante el trayecto, surgen quienes atribuyen un estúpido temor a la creencia occidental que da comienzo al hebdomadario los lunes. No veo porque asustarse. Periódico anfitrión de magnánimos aprecios. Tiempo irrenunciable de inicio de un todo. Reloj despertador de los horarios. Buongiorno lunendi (se inclina en reverencia). Parlante colocado en estribor. Reconocedor de los meritos que producen los fines de semana. Energético mirador hacia la ducha, primogénita necesidad que la satisfacción despierta. Introductor de radios y bocinas. Espuma protectora de susceptibilidades. Máquina de afeitar para malos pensamientos. Tutora del desayuno. Campana que da el aviso de levar anclas, de abandonar el muelle para embarcarse a la producción en olas profundas, a la pesca de suculentas especies. Quilla, espina dorsal del barco. Remedio contra las enfermedades causadas por aburrimiento. Placer de regresar al hogar a preparar los frutos de las redes con una sonrisa. Clavar las uñas del ancla, orgullo de provechosa primera jornada. Satisfacción de elaborar una vida que me gusta. Relámpago de recompensa para elegir entre oporto o copas de vino. Fantasía de las noches de los lunes que a los marineros encanta. Sacar del anonimato los versos del Capitán. El  deleite indefinible de la lectura. Cautivarse con  sucesos e imágenes que trasportan hasta Manhattan, cruzan el llano en llamas, mueren para revivir en Venecia, documentan el Atacama, condenan a Siberia. Sexualidad desconcertada entre los diseños de la casa con aromas en los labios a yerbabuena, canela, ligeramente a menta. Blue moon-day, literalidad anestesiada que posa sobre los balcones. Aguardar con calma el próximo ciclo ignorado. Arrivederci lunendi.

ACTO FINAL

(Reflexivo y meditabundo). La culminación del encanto unes anuncia la partida en la letra L. Idóneo vocablo para encontrarme a confrontar clandestinamente con artistas de la Belle Époque, soñar bailando con Duke Ellington o Coleman Hawkins, profundizar en mapas, escribir con tinta que mancha, sentir en tocadiscos velocidades de jazz manouche, salir a caminarte, que llegue un nuevo cine que hable solo de ti. Para recibir caricias de femeninas manos, para no contestar teléfono, para en tus segundos descansar. Je vous en prie Madame Lune.

Pocos pescadores aun recuerdan el clamor de las trompetas en el Palacio de Versalles, donde celebrando eufórica fiesta Luis XVI ordenó a un viejo de conocidas fragatas improvisar ligera poesía so pena de morir en los leones guardias. Armado de valor, él marinero procedió a la ejecución del mandamiento: 

El sendero hacia el día señalado en que se publicaron las palabras

Martes,
Miércoles,
Jueves,
Viernes,
Sábado,
Domingo,
Los días son para aguardarte a enamorarte, Luna;
Quisiera ejecutarte espontáneos cariños,
Hacer tutela de ti, ser el abogado de tus horas;
Protegerte frente a cualquier predicción mortal
Que pueda desequilibrar mi calendario ambulante,

FIN

El Capitán
Actos de honestidad extraídos de una bitácora olvidada

Adenda. Música de fondo sugerida: Count Basie- Topsy. Cuando los instrumentos hablan.

Safe Creative
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2 comentarios:

  1. Las cosas se van imponiendo en la costumbre y los lunes tienen mala prensa. En verdad es la Luna, como el día del señor, el domingo no es otra cosa que el Sol. Un saludo.

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    1. Muchas gracias John por el comentario. Cada día de la semana posee su significado etimológico e individual. Saludos

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